la Red sobre el futuro del sector inmobiliario en españa

Una cosa que me llama la atención por el hecho de que no disponemos de datos, y frente a un mercado prácticamente cerrado, es hablar de los costes cuando no hay compraventas. Y es que es algo de extrema complejidad. Vivimos una situación tan novedosa y diferente a lo que hemos tenido que es muy complicado hacer cuentas, y en consecuencia, a priori las noticias puedan parecer algo sensacionalistas y basadas en supuestos ajustes que los dueños han trasladado a los portales inmobiliarios, pero quizás siendo optimistas sean casos muy particulares que asimismo se dan en otras coyunturas de mercado.

Igualmente lo esencial es conocer la realidad de cada mercado y el campo en el que nos movemos. Porque hay que rememorar que en los últimos cinco años hemos vivido un mercado muy heterogéneo. En mi zona, por ejemplo, comentamos ayer lo de tener en consideración el decantarse por una inmobiliaria en granada antes de aventurarse tanto en la compra, como en la venta o el alquiler. Y es que los tiempos aconsejan contar con profesionales y lanzarse al vacío.

Siguiendo en esta línea, podríamos dar ejemplos de la evolución de los costos de la residencia, en toda España, Andalucía y otras regiones… Los datos nos sirven para comprender que este ajuste en costes de la residencia no tiene por qué razón afectar por igual a todos y cada uno de los mercados. Ya esa era la tendencia natural que venía mostrando el mercado. La moderación de las tasas de desarrollo y la situación que estamos atravesando con cierre de mercado y las consecuencias económicas en empleo, actividad económica y demás, va a acentuar que esa moderación de la tasa de desarrollo sea aún más intensa, aun pudiendo llegar a una reducción de costos.

Exactamente uno de los mayores inconvenientes que podía tener el mercado inmobiliario andaluz era que este desarrollo del coste de la residencia no era sustentable. Así es que no es de ahora, ya en el mes de marzo, a principios, el mercado de la residencia había entrado, claramente, en una nueva fase del ciclo inmobiliario. Las estadísticas oficiales y de portales inmobiliarios ya empezaban a reflejar la nueva realidad. Y después pasó lo que ha pasado, y todavía peor, mucho peor…

No obstante, desde hace unos meses, otros indicadores no relacionados necesariamente o bien de forma directa con el inmobiliario habían empezado a lanzar señales sobre este cambio de tendencia. Indicadores que cualquier directivo del campo tenía sobre su mesa. Cualquier directivo inmobiliario tiene un cuadro de control con diferentes variables que muestran más valores en naranja y colorado que en verde. Lo que señalaba, meridianamente, un cambio de tendencia.

Y si, los últimos datos no invitan al optimismo. El mes pasado de febrero, las ventas de vehículos mostraban una caída del prácticamente el siete por ciento anual. Un descenso debido al deterioro de la confianza de los usuarios, la inseguridad regulativa en el campo del vehículo, impuestos diésel, la villa de Madrid Central… O bien el enfriamiento del desarrollo económico.

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geralt / Pixabay

Factores todos que han tenido un impacto negativo sobre la venta de turismos puesto que su adquisición supone un desembolso esencial de dinero, no es tan relevante como el de la adquisición de una casa, mas esencial para muchas familias. Acostumbra a ir de la mano de un crédito. Un producto que, tras 3 años de fuertes crecimientos, asimismo ha echado el freno frente a la ralentización económica.

Desde principios del año pasado, las ventas de vehículos ya mostraban cifras mensuales inferiores a las de dos mil dieciocho, con una caída de las matriculaciones a nivel anual próxima al cinco por ciento, al tiempo que la venta de casas registraba su primer descenso en 5 años. Un descenso que los especialistas atribuían eminentemente a la entrada en vigor, en el mes de junio de dos mil diecinueve, de la Ley de Créditos Inmobiliarios, que habría frenado las transacciones, como la concesión de hipotecas.

La confianza de los usuarios es fundamental para comprender el descenso de las transacciones de residencias. El miedo a un frenazo económico o bien a un posible incremento del desempleo había desempolvado viejos miedos que ahora se manifiestan con toda crueldad. La demanda que se deja sentir en el consumo de todo género de recursos, incluyendo la residencia que es, entre todos, el que mayor esmero económico representa para las familias. En especial para aquellas con escasos ahorros y bastante difícil acceso a la financiación y que tienen muy presente en sus memorias los asoladores efectos que llevó consigo el estallido de la burbuja inmobiliaria.

En el mes de febrero, en un entrecierro marcado por la crisis del coronavirus chino y su impacto en la economía global y en los mercados, la confianza de los usuarios ya se volvió a resentir y registró su tercer descenso sucesivo. Al deterioro de la confianza del consumidor se aúna la de los especialistas inmobiliarios. El Índice de Confianza Inmobiliario, que realiza periódicamente la Sociedad de Tasación desde dos mil doce, recoge desde mediados de dos mil dieciocho, y con más intensidad desde el segundo trimestre de dos mil diecinueve, una mayor pérdida de la confianza en el ámbito de más de cincuenta de profesionales tasadores independientes que cooperan en su preparación.

Además de esto, en aquellas comunidades donde hay mayor actividad inmobiliaria es donde la pérdida de confianza es mayor. Donde hay una mayor sensibilidad al cambio como la capital de España y Cataluña, en los dos mercados, que lideraron la restauración, es donde ya antes se ha constatado un punto de cambio en la tendencia alcista de transacciones y en especial de los costos.

La gran crisis económica tampoco invita al optimismo. La casi paralización del consumo privado, entre otros factores, ha provocado que se hayan revisado muy a la baja las previsiones de desarrollo en España. La economía de España prosigue medrando y cayendo en picado. Y todavía está por ver el impacto de la crisis del coronavirus en la economía mundial y asimismo de la nacional.

Cuando se resiente la economía, se resiente la utilización. Tras 6 años de intensa restauración económica, el mercado de trabajo de España está peor que en muchos años. 

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