¿Qué es el Tercer Mundo? Fue allá a principios de los cincuenta cuando el geógrafo francés Sauvy acuñó este término estableciendo un paralelismo entre los países que estaban descolonizándose y el Tercer Estado de la Revolución francesa (es decir, los que no pertenecían al clero ni a la nobleza), lo que quiere decir que en un principio no el término no tenía ninguna connotación peyorativa inicialmente. Esta iría adquiriéndose posteriormente asimilando la expresión a atraso y pobreza.
Normalmente, siempre se insiste en las precarias condiciones materiales necesarias para ser considerado del Tercer Mundo, pero el tercermundismo no es solo una condición material, sino un determinado estado anímico instalado en una sociedad. Para describir este estado anímico he inventado un neologismo (por lo menos yo no lo he oído previamente), basado en un juego de palabras: alien-nación. Este neologismo es mezcla de los términos de alienación (ya sabéis: extraño a uno mismo) y Alien Nación (título de una película ochentera en la que unos extraterrestres se instalan en Los Ángeles).
Fue Winston Churchill el que dijo que la ventaja en una democracia es que si alguien llamaba por la mañana a la puerta, era el lechero. Pues bien, yo afirmo que la diferencia que hay entre un país civilizado y uno no civilizado es que en el primero cuando vemos a un policía le preguntamos por una calle; en el segundo nos cambiamos de acera…
Esto significa que el Estado en un país civilizado (si queremos, no tercermundista) no rompe sus propias reglas, cumple con sus leyes. En los demás países…no. Y si el Estado rompe las reglas… ¿Quién las va a cumplir? Es la corrupción, la desesperación y la falta de esperanza lo que determina que un país sea tercermundista, mucho más que si las autopistas son más o menos modernas o el número de ordenadores con adsl. Esto determina que las personas se sientan extrañas, ajenas, alienadas con respecto a su país, a su nación. La diferencia entre gobernantes y gobernados se hace insalvable.
Tres noticias recientes de actualidad en Españistán (por orden de aparición): Se despide a miles de profesores de la escuela pública; se reforma la Constitución sin referéndum –como marca la propia Constitución española, es decir el Estado no cumple su propia ley- y la última de esta mañana: el museo del Prado cobrará once euros por entrada (no puedo evitar establecer conexiones entre la primera noticia y la tercera)…
