Así eran las cosas en 2008: El impuesto sobre el patrimonio

El impuesto sobre el patrimonio volvía a España, vía Real Decreto y después de su supresión en 2008. El impuesto sobre el patrimonio retoma, así, su andadura en el sistema fiscal español con la meta de aumentar los ingresos generados por el Estado y asentar un paso más en la difícil misión de decir adiós a la crisis económica. Esta nueva modalidad del impuesto patrimonial se fijará a partir de los 700.000 euros, con una exención por patrimonio inmobiliario de 300.000 euros, lo que hace fijar el límite real en el millón de euros.

La medida impositiva, ya existente en algunos países europeos como Francia, Noruega o Suiza, no ha tardado en crear controversia y se han empezado a dudar sobre sus previsibles efectos positivos. Desde varios círculos de Economía se hace referencia a la necesidad de una reforma profunda del sistema fiscal español, descartando medidas aisladas que no hacen más que retrasar actuaciones más importantes como la de diferir el pago del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) del cobro efectivo de las facturas.

Uno de los problemas que generará la implantación del impuesto sobre el patrimonio es la huida de capital. Los inversores optarán como destino para sus inversiones a otros países en los que no se cobre un impuesto por el patrimonio generado. La salida de capital será, también, la salida de nuevos puestos de trabajo.

En palabras de portavoz del Gobierno, José Blanco, la reforma “afectará a unas 90.000 personas con más de de un millón de euros”. El problema se exponenciará en el momento en el que entre esas 90.000 personas se encuentren pensionistas con un alto nivel de patrimonio heredado pero con reducida o nula generación de ingresos. Su única solución será vender su patrimonio para hacer frente a las obligaciones impositivas.