Amy Winehouse y el club de los 27

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Amy Jade Winehouse fue enterrada en el cementerio Edgwarebury en el norte de Londres. Tenía 27 años y estaba sola en su apartamento cuando falleció un 23 de julio.
Su edad le ha hecho ser tristemente merecedora de ocupar un puesto en el llamado “Club de los 27”, un grupo al que ya pertenecen cantantes de gran éxito y a los que, los excesos de las drogas y el alcohol, condujeron a la muerte a la misma edad, un número fatídico para la historia de la música.

Brian Jones fue el primero en ingresar en este club maldito de los 27 tras fallecer en el año 1969. Le siguieron Jimi Hendrix y Janis Joplin en 1970, Jim Morrison en 1971 y Kurt Cobain en 1994.

Formar parte del Club de los 27 significa convertirse en un mito de dudoso prestigio porque la muerte, sobre todo cuando se presenta como consecuencia de la infelicidad, no concede ningún mérito.
Amy Winehouse nació en Londres en 1983. Mitch y Janis, sus padres, eran una pareja aficionada a la música soul y al jazz, algo que marcaría sin duda el futuro de Amy. La pequeña Amy Winehouse era una niña rebelde a la que sus padres se sentían incapaces de controlar. A los 10 años de edad, Amy tenía una sóla idea en su cabeza: ser una cantante de éxito. A pesar de su difícil carácter que, en más de una ocasión le causó innumerables problemas, su obstinación la llevó a convertirse en una cantante que se dejaba guiar, sobre todo, por su intuición. Su salto definitivo a la fama se produjo cuanto tenía 16 años y el mánager Nick Godwyn la invitó a una audición. El enorme talento de Amy la llevó a su debut definitivo en un tiempo récord.
Su primer álbum titulado “Frank”, en honor de Frank Sinatra, se lanzó en el año 2003 y consiguió ser disco de platino, ser nominado a los Premios Mercury Music y ganar un Ivor Novello Award por su single “Stronger than me”. Con 20 años y una fama conseguida en tan poco tiempo, Amy no supo asimilar todo lo que le estaba pasando. La propia Amy Winehouse aseguraba que necesitaba tener problemas para sentir su fuerza creativa. Y así comenzó una carrera autodestructiva que la llevó a sufrir periodos de anorexia y bulimia, a alternar todas las noches ayudada por el alcohol y las drogas, haciendo que su vida se tradujera en un absoluto caos del que Amy no quería salir.
En el año 2006 volvió a grabar. Su aspecto era el de un ser demacrado y lleno de demonios en su interior, pero fueron precísamente estas circunstancias las que llevaron a Amy a crear un disco lleno de oscuridad pero en el que la cantante sacó lo mejor de sí misma: Back to black. Amy puso toda su alma, sus miedos y sus desalientos en las canciones de este álbum, que alternaba baladas con canciones de una arrolladora potencia rítmica. Las letras de las canciones mostraban la visión cínica que Amy tenía de las relaciones sentimentales y reflejaban también su ya imparable descenso al infierno de las drogas y el alcohol. Amy volvió a ocupar el puesto que merecía en el mundo de la música, pero esta fama también le pasó factura: era constantemente perseguida por los paparazzi que buscaban las imágenes más crudas y patéticas de la cantante. Amy rompió con el poco equilibrio que aún conservaba y ya no le importaba aparecer en público completamente borracha o cancelar sus actuaciones sin dar explicaciones.
En la ceremonia de los Grammy de 2008, Amy Winehouse volvió a triunfar, llevándose cinco de los seis premios a los que optaba. Sin embargo, este triunfo duró poco ya que, unos meses después, tuvo que ser hospitalizada. La caída era inevitable. Con la mirada perdida y una voz desafinada, Amy se vio obligada a cancelar muchos de sus compromisos y ya no volvió a ser la misma.
Escándalo tras escándalo, borrachera tras borrachera, Amy ya no controlaba su música ni su vida. En su último concierto en Belgrado, apareció en el escenario con claros signos de estar bajo los efectos de las drogas y protagonizó un espectáculo tan bochornoso que tuvieron que ser canceladas el resto de sus actuaciones ya contratadas.
Sólo un mes después, el 23 de julio de 2011, Amy Winehouse apareció muerta y, aunque todavía se especula sobre las causas de su fallecimiento, todo apunta a que los excesos a los que no podía renunciar acabaron por fin con su vida.

Ahora Amy ya descansa y no será olvidada. Los amantes de la música ya tienen un nuevo mito, una nueva estrella que nunca se apagará.

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