Por qué Bar Melo’s sigue siendo un imprescindible en Madrid – Bar Melo’s: dónde comer raciones míticas en Lavapiés y Moncloa sin fallar – Croquetas, queso y panza llena: lo que de verdad importa cuando buscas bares con alma en Madrid
Estamos en noviembre de 2025, en Madrid, y la leyenda del Bar Melo’s sigue creciendo mientras la palabra “raciones” se escribe siempre con hambre. Si buscas un bar auténtico en Lavapiés o un lugar fiable entre Moncloa y Argüelles, la respuesta es la misma: su Zapatilla y sus croquetones siguen marcando la diferencia. El truco no es misterio: carta mínima, exceso controlado y tradición que no pide permiso.
Llego a la puerta del Melo’s —ese bar de raciones madrid que parece resistirse al paso del tiempo— y siento la misma mezcla de hambre y emoción que la primera vez. Hay locales que se visitan y otros que se heredan, y este pertenece a la segunda categoría. Entre el rumor del grifo y el olor a pan de hogaza tostado, uno entiende por qué aquí no se viene a mirar el reloj, sino a rendirse.

Lo curioso es que, aunque Madrid cambia cada semana, siempre acabo volviendo a los mismos sitios que me recuerdan por qué vivo aquí. El Melo’s es uno de ellos: un bar de raciones madrid donde el queso se estira sin vergüenza, las croquetas pesan como promesas serias y la barra se comparte sin pedir permiso. En un par de bocados ya sabes que estás en territorio sagrado.
¿Qué hace que un bar como Melo’s siga siendo referencia?
Un buen bar clásico no se mide por la decoración, sino por lo que te cae encima. Yo siempre hablo del Factor Mancha, que es como medir la verdad en centímetros de servilletas. Si no gotea, no sirve. Y si no llevan cuarenta años haciéndolo igual, desconfío.
Mis reglas del juego
Cuando entro en un sitio con vocación de templo, me fijo en cuatro cosas. Sí, me pongo técnico… pero con pan en la mano.
La primera: el chorreo; la segunda: una carta corta que no te marea; la tercera: ese ambiente “codo con codo” que te obliga a saludar a desconocidos; la cuarta: historia de verdad, sin cartón piedra.
Melo’s, claro, marca casilla en todas. Y además añade algo que hoy es un lujo: coherencia. Lo que hacen, lo hacen igual desde 1979… con el pequeño detalle de que casi desaparecen en 2020, cuando Ramón y Encarni bajaron la persiana. Por suerte, unos vecinos dijeron “esto no se toca” y levantaron de nuevo la plancha. Y benditos sean.

La Zapatilla: el clásico que te mira y te reta
Llegamos al punto en el que el queso empieza a hablar solo. La Zapatilla no es un bocadillo; es un meteorito gallego. Pan de hogaza, lacón braseado en capas que parecen páginas de una novela infinita y un queso de tetilla fundido con esa elasticidad que te hace pensar que la física tiene días libres.
La primera vez que te la sacan a la mesa, te entra la risa. Luego el respeto. Luego el silencio. Porque pesa casi un kilo. Un kilo.
Y aquí, de repente, te sientes parte del Madrid que cena fuerte, ríe fuerte y pide otra caña justo cuando el queso empieza a pedir tregua.
“Hay bocadillos grandes. Y luego está esto.”
Beneficios que no necesitan publicidad:
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Te alimenta a ti y a otros tres sin pestañear.
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El queso es auténtico, con esa suavidad gallega que no necesita florituras.
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El precio es un regalo para lo que te cae en la mesa.
El límite, claro: es una bomba. No vengas con pretensiones de menú ligero. Y sí, vas a mancharte. Es el contrato.

Los croquetones: la bechamel que desafía a los valientes
Yo siempre digo que un buen bar se juzga en sus croquetas. Y las de Melo’s… bueno, por algo se llaman croquetones. Tienen tamaño de puño, forma alargada y ese rebozado recio que no engaña.
Lo mejor es el interior: una bechamel casi líquida, tan sedosa que parece salida de una leyenda culinaria. Llevan lacón, claro, porque aquí todo vuelve a la vida.
La advertencia es real: queman. Como el núcleo de la Tierra. Si muerdes con ansia, te vas a quedar sin paladar media hora. Parte del encanto.
La expansión a Moncloa: ¿Melo’s fuera de Lavapiés? Parece que sí
En 2023, alguien dijo la frase que nadie esperaba: “Hay un Melo’s en Moncloa”. Y era verdad. Calle Andrés Mellado, 16. Misma carta. Misma mala leche gastronómica. Misma sensación de estar en una tasca de antes de que los locales fueran nórdicos y minimalistas.
Para quienes andamos entre Argüelles, Princesa y zona universitaria, esto fue un milagro. En una zona llena de locales de comida rápida, encontrar un bar con alma, ruido y pan de verdad es casi arqueología urbana.
“No es una copia. Es un hermano pequeño que quiere crecer.”
¿Lo único que le falta? Años. La pátina legendaria del original. Pero todo llega.
¿Cuál comprar en 2025 si solo puedes elegir un plato?
Yo siempre digo que depende de tu hambre o de tu compañía. Si vas en grupo, La Zapatilla es ley. Si vas solo o quieres ir abriendo boca, los croquetones son imbatibles. Si vuelves (y volverás), mezcla todo sin pudor.
Sabores que se quedan
“Melo’s no es un bar. Es un gesto.”
Un recordatorio de que Madrid sigue teniendo rincones donde se come sin postureo, donde los platos son excesivos por amor y no por estrategia, y donde la naturalidad prevalece sobre cualquier tendencia pasajera.
By Johnny Zuri
Si cierro los ojos, aún escucho ese crujido del pan de hogaza abriéndose. Y la vida, de pronto, parece más sencilla.
Dónde comprar Melo’s hoy
Si quieres reservar, mirar la carta o confirmar horarios, puedes hacerlo directamente desde su web oficial. No hay misterio: si quieres comer como se come en Madrid de verdad, esa es la puerta.
Preguntas frecuentes sobre Bar Melo’s (FAQ)
¿Se puede reservar mesa?
En Lavapiés ahora sí, y conviene. En Moncloa también. Si vas en fin de semana, no improvises.
¿Aceptan tarjeta?
Sí, aunque el alma sea de los 80, las máquinas no.
¿Son grandes las raciones?
Gigantes. Si dudas, pide menos. Siempre puedes añadir luego.
¿Hay opciones para vegetarianos?
Pimientos, queso, membrillo… pero si no comes queso ni lacón, la carta es corta para ti.
¿Dónde están los locales?
Lavapiés: C/ Ave María 44.
Moncloa: C/ Andrés Mellado 16.
¿Es el de Moncloa igual que el original?
Sí en carta, sí en espíritu. Le falta tiempo para tener ese brillo desgastado que solo dan las décadas.
Y ahora dime: ¿cuándo fue la última vez que un plato te obligó a guardar el móvil, inclinarte hacia adelante y decir simplemente “madre mía”? Porque eso, querido lector, eso es Melo’s. ¿Listo para comprobarlo?