¿The Electric State es la gran decepción de la ciencia ficción retro?

5 mins read

¿The Electric State es la gran decepción de la ciencia ficción retro? Un derroche millonario en una distopía sin alma

Cuando vi el tráiler de The Electric State, sentí una mezcla de emoción y escepticismo. Una distopía retrofuturista con el sello de los hermanos Russo, Millie Bobby Brown en el papel principal y un presupuesto de 320 millones de dólares. Suena como una apuesta segura, ¿verdad? Pero aquí estamos, con otra película de ciencia ficción retro que se ahoga en su propio peso, atrapada entre la nostalgia y la grandilocuencia vacía.

No se equivoquen: hay algo magnético en la premisa. Un mundo desmoronado, una joven viajando a través de paisajes devastados en busca de su hermano, un robot compañero con una presencia imponente pero melancólica. En el papel, parece una historia que podría capturar el espíritu de esas odiseas visuales que marcaron el género. Pero en la práctica, The Electric State es una lección de cómo los efectos especiales y el presupuesto desorbitado no pueden reemplazar un alma narrativa.

¿The Electric State es la gran decepción de la ciencia ficción retro? 3

Origen: The Electric State, La Distopía De 320 Millones Que Falla Estrepitosamente – RED +

El problema de la nostalgia mal entendida

Uno de los mayores atractivos del retrofuturismo es su capacidad de mezclar lo viejo con lo nuevo, evocando un futuro que nunca fue. En el cine, esto puede ser brillante—Blade Runner, Mad Max: Fury Road, Stranger Things—o puede sentirse como un pastiche sin dirección. The Electric State cae en la segunda categoría.

El diseño de producción es un cóctel de referencias mal digeridas: autopistas abandonadas con rótulos de neón ochenteros, tecnología de guerra obsoleta esparcida como chatarra, y un sinfín de elementos que parecen gritar “¡Mira! ¡Es el pasado, pero futurista!”. Pero lo que en otras obras se siente orgánico, aquí se percibe como un decorado sobrecargado, incapaz de sostener una historia con peso emocional.

«No basta con reciclar imágenes del pasado; hay que darles significado.»

Y eso nos lleva al problema central: The Electric State no tiene identidad propia. Cada escena recuerda a otra película: un poco de Interestelar aquí, una pizca de Ready Player One allá, y mucho de ese filtro de color desaturado que Hollywood usa cuando quiere ponernos tristes.

Robots, rebelión y vacío emocional

El robot que acompaña a Michelle, nuestro personaje principal, debería ser el corazón de la historia. Es un gigante mecánico, una sombra de la tecnología de guerra que una vez dominó el mundo, ahora reducido a un protector silencioso. Pero en lugar de recordarnos la ternura de The Iron Giant o la melancolía de Roy Batty, el robot en The Electric State se siente más como un accesorio de lujo: está ahí para verse impresionante, pero rara vez aporta algo profundo.

¿Dónde está la conexión emocional? ¿Dónde están los momentos que nos hacen creer que este autómata tiene más humanidad que los humanos? En otras obras, los robots rebeldes nos desafían, nos hacen reflexionar sobre los límites de la inteligencia artificial, nos obligan a cuestionar nuestra relación con la tecnología. Aquí, es solo un vehículo (literal y figurativamente) para avanzar la trama.

«Los robots en la ciencia ficción no solo cargan con metal y circuitos, sino con la esencia misma de nuestras preguntas más profundas sobre el futuro.»

Millones de dólares, pero sin alma

El presupuesto de The Electric State es ridículamente alto. 320 millones de dólares podrían haber sido utilizados para crear algo visualmente inolvidable. En cambio, los efectos especiales son… correctos. Nada innovador, nada que no hayamos visto antes. Se siente como si el dinero se hubiera gastado en hacer que todo luzca “grande”, pero sin prestar atención a los detalles que realmente construyen una atmósfera.

Es el clásico problema de Hollywood: cuanto más dinero se invierte en una película, más se obsesionan con lo superficial. Y mientras algunos logran equilibrar el espectáculo con una narrativa convincente (Dune, Mad Max: Fury Road), otros terminan como The Electric State: una cáscara vacía con muchas luces parpadeantes.

¿Por qué fracasan las películas de alto presupuesto?

El fracaso de películas como The Electric State no es un caso aislado. En los últimos años hemos visto otros proyectos desmoronarse bajo el peso de sus propias ambiciones: John Carter, Mortal Engines, Valerian and the City of a Thousand Planets. Todas ellas compartían una obsesión por el espectáculo visual, pero sin una historia que nos hiciera sentir algo real.

Hollywood sigue apostando por adaptaciones de libros o cómics sin entender qué los hacía especiales en primer lugar. En este caso, la novela gráfica de Simon Stålenhag es un poema visual, una obra introspectiva que juega con la nostalgia y la pérdida de forma sutil. En la película, esa sutileza se pierde entre explosiones, drones y un guion que parece más preocupado por llegar a la siguiente escena de acción que por desarrollar a sus personajes.

«No se trata solo de adaptar, sino de comprender la esencia de la historia original.»

¿Qué pudo haber sido?

Imagina si The Electric State hubiera tomado un rumbo diferente. Un director con una visión más arriesgada, menos preocupaciones por el espectáculo y más por el tono. Algo más cercano a Children of Men o Arrival, donde la estética retrofuturista no es solo un decorado, sino un reflejo de un mundo en ruinas, lleno de historias humanas que valen la pena explorar.

Pero en lugar de eso, nos quedamos con otra película que pasará al olvido, un proyecto ambicioso que nunca encontró su corazón. Y lo peor es que, al fallar de esta manera, podría cerrar la puerta a futuros proyectos de ciencia ficción con ideas similares, porque los estudios verán esto como una señal de que “la audiencia no está interesada”.

¿El futuro de la ciencia ficción retro?

La gran pregunta es: ¿seguirá Hollywood aprendiendo las lecciones equivocadas? Cuando una película como The Electric State fracasa, los ejecutivos no piensan en cómo mejorar la escritura o la dirección, sino en cómo hacer la próxima producción “más segura”. Y así, poco a poco, el cine de ciencia ficción se llena de proyectos clónicos, sin riesgos, sin alma.

Afortunadamente, hay creadores independientes, videojuegos y series que siguen explorando el retrofuturismo con inteligencia y pasión. Obras como Disco Elysium, Tales from the Loop (otra adaptación de Stålenhag que sí entendió su material original), o The Expanse demuestran que el género sigue vivo, siempre que haya alguien dispuesto a tratarlo con respeto.

La nostalgia es poderosa, pero sin una buena historia, es solo una sombra del pasado.

Y ahora la pregunta es: ¿volverá Hollywood a intentarlo, pero con más corazón y menos presupuesto? O seguiremos viendo cómo se desperdician millones en películas que olvidamos al salir del cine?

22 / 100 Puntuación SEO

BLOGERO COMERCIAL DESDE 2010 - Si quieres un Post patrocinado, un Banner o cualquier otra presencia publicitaria en este blog Puedes contactar conmigo en direccion@zurired.es NOTA: TODA LA INFORMACIÓN DE MIS WEBS ESTÁ ESCRITA Y CONTRASTADA POR MI Y MIS COLABORADORES HUMANOS.

Deja una respuesta

Latest from NOTICIAS