La teoría de los seis grados de separación

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Imagina que tienes una carta en tus manos. La tienes que enviar a un desconocido que vive en China usando solamente tus propios contactos, es decir, dándosela a un amigo, para que este se la dé a otro amigo y así sucesivamente hasta que la carta llegue a su destino. Al escuchar esto, nos vemos tentados a pensar que la tarea implicaría que la carta pase por cientos de personas antes de que llegue a su destinatario. Sin embargo, la teoría de los seis grados de separación nos sugiere todo lo contrario: que sólo necesitaríamos que la carta pasase por seis personas para que llegue a su destino.

Esta teoría fue inicialmente propuesta por el escritor húngaro Frigyes Karinthy, en su cuento titulado “Chains”, publicado en 1930. Se parte de la idea de que con cada nuevo enlace en la cadena, el número de conocidos crece de una manera exponencial, y que son necesarios muy pocos enlaces para que el número de conocidos se convierta en la población humana entera. Y aunque suena como algo poco real, existen ciertos estudios que si bien no comprueban esta teoría, al menos la dejan como algo probable.

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Dada la gran complejidad de un estudio que permita comprobar la teoría, hay dos intentos que hay que destacar. El primero vino de Microsoft, y trató de comprobar la teoría en un contexto completamente virtual.  La empresa se dedicó a rastrear las relaciones de destinatario y remitente de alrededor de 30 mil millones de mensajes instantáneos, enviados por cerca de 250 mil personas. El estudio arrojó un promedio de 6.6 contactos entre cada mensaje. Una aproximación bastante cercana a la de Karinthy.

Por otra parte, en el mundo real, dos investigadores realizaron el experimento en 1969. Jeffrey Travers y Stanley Milgram fueron los encargados de comprobar que tan acertada era esta teoría. A alrededor de 300 personas, se les pidió que hicieran llegar una carta desde Nebraska a alguien que vivía en Boston, usando nada más que conocidos. El promedio fue de sólo 6.2 grados de separación.

Es, sin duda alguna, una incógnita bastante interesante, que quizás permanecerá como tal durante un largo tiempo.

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